El 27%
de la población mundial está en situación de calle1.
Más de un cuarto de los habitantes del mundo está en el umbral de
la pobreza.
En
grandes ciudades como Madrid nadie se sorprende cuando ve a una
persona en la calle pidiendo o a alguien vendiendo chucherías en el
metro. Aunque consideremos estas cosas como características de la
sociedad, lo cierto es que la pobreza no es algo natural del ser
humano. La existencia de pobreza en el mundo es algo artificial.
En
1993 una asamblea de la ONU fijó el 17 de octubre como Día Mundial
de la Erradicación de la Pobreza, con la idea central de que ésta
no es sólo nociva, sino que puede ser erradicada.
Desde
hace 17 años muchas organizaciones en el mundo se concentran este
día para recordarnos estos principios y explicar que, aunque la
pobreza sea un fenómeno cotidiano, es algo que se debe
“des-normalizar” para luchar más activamente contra ella.
No hay
la misma pobreza en todas partes: tenemos los llamados países en
vías de desarrollo, zonas donde es más profunda y afecta a más
personas; en la que grandes sectores de la sociedad viven en la
absoluta miseria y pasando hambre.
Y lo
que denominamos “Cuarto Mundo”, sectores de la sociedad que
dentro de países “desarrollados”, viven una pobreza distinta,
rodeada de un colectivo con mayor capacidad adquisitiva y siendo un
sector minoritario que a menudo no puede ejercer derechos
fundamentales.
Sin embargo,
aunque los tipos de pobreza sean distintos, la causa es siempre la
misma: una mala gestión del mercado mundial y malos gobiernos, que
no generan las mismas oportunidades para todas las personas y que
alimenta un crecimiento desigual dentro de la sociedad. La pobreza es
consecuencia de los fallos en el sistema, no de la incapacidad de
unos “pocos” por conseguir trabajo o llevar una vida normal.
En época de
crisis la pobreza aumenta. Desde 2008 ha aumentado el número de
personas pobres en un millón por año. A día de hoy, cerca de 12
millones y medio de personas se encuentran en situación de
sinhogarismo. Para muchas organizaciones este dato es más que
suficiente para reactivarse y motivar a la sociedad a que se indigne
y proteste contra esta situación.
Acabar con
la pobreza supone una reflexión por parte de cada uno de nosotros y
nosotras: es necesario acabar con los prejuicios y exigir las
responsabilidades a quienes deben tomarlas. La pobreza es el reflejo
de un sistema que no funciona y que no genera igualdad. De un modo de
relaciones entre países que no se basa en la cooperación y la
integración, como debería ser.
Defendiendo
la igualdad entre países y entre personas y el derecho a las mismas
oportunidades para todos y todas, se puede conseguir acabar con la
pobreza.
1. Según
datos de Eurostat
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