martes, 20 de noviembre de 2012

Desahucios: ¿soluciones o parches?


Artículo de Joan Uribe Vilarrodona, Director Sant Joan de Déu, Serveis Socials Barcelona
  
Desilusionante. A la espera de conocer el texto completo que se apruebe en relación a los desahucios, es difícil decir menos que eso.
Hay cuestiones de letra pequeña que, como en los contratos hipotecarios, marcan la diferencia. Conceptos como suspensión, moratoria, carencia y que están apareciendo en los medios de comunicación, deberían ser bien conocidos para la mayoría de la sociedad: suspender, es dejar de ejecutar una acción, pero de manera temporal, algo así como atrasar, manteniendo condiciones y la consiguiente incerteza inmovilizante sobre las personas afectadas.
Moratoria y carencia, tendrían como sinónimo común, la palabra aplazar. Y aplazar, en este caso, no supone sólo dejar para más adelante la posibilidad del desahucio; también implica que durante ese tiempo, y mientras la letra pequeña no diga lo contrario, la deuda y los intereses generados siguen aumentando, con lo que, pasados los dos años, la situación de la persona afectada es de más difícil resolución, y la espada de Damocles, más afilada y lacerante.
Después, está el eterno olvido: ¿Hay que elegir entre salvar del desahucio a familias numerosas, personas mayores y personas discapacitadas, o salvar a personas solas y familias no numerosas? El problema es de calado y gravedad como para intervenir sobre todo el que lo necesite, sin excluir.
Resulta pues difícil aceptar estos menos-que-mínimos, así como la aparente dificultad para consensuar una línea de acción: las tragedias personales, se pagan, algunas, con costo de vidas. Y la mayoría con billete sólo de ida a la exclusión social hereditaria de por vida.
Por otra parte, existen suficientes elementos que deberían hacer esta tarea más fácil: el evidente clamor y acción social de resistencia ante los desahucios es uno de ellos. También, en los últimos tiempos se han movilizado suficientes agentes sociales como para que nuestra clase política pudiese abordar esta cuestión con más presteza y capacidad de dar respuestas reales al problema, no sólo durmiéndolo en el cajón del tiempo. Me refiero al trabajo de incidencia de sindicatos y entidades sociales; a la movilización, acción contra los desalojos, incidencia y aportación de conocimiento sobre alternativas para abordar el problema de diversas Plataformas; a la activación por parte de numerosas administraciones locales de servicios de apoyo; incluso al valiente posicionamiento de sectores policiales que se comprometen con la sociedad de la que forman parte al plantear la objeción de conciencia a su intervención a los desalojos.
Y finalmente, la Judicatura. Más allá de manifestar su desacuerdo con los desahucios, miembros de la Magistratura, especialistas en Derecho Civil y en otras especialidades del Derecho, llevan años elaborando y publicando estudios y informes que abundan tanto en la injusticia del sistema actual, como en aportar vías de gestión de la situación. Parece, pues, que hay suficientes elementos como para que la modificación legal pueda ser, con una intención declarada y motivada, completa y rápida.
Ante esto, no puedo dejar de preguntarme qué le pesa más en la balanza a la clase política: ¿evitar que la población en exclusión social, que ya crece sin parar por otros motivos, no crezca, al menos, por ser víctimas del desahucio?, o ¿realizar una maniobra de menos-que-mínimos, sin consenso, ante la inminencia de la probable inminente entrega de más de 500.000 firmas de la Iniciativa Legislativa Popular para revisar la actual Ley? En definitiva, de lo que hablamos, es de saber si el Poder Político electo intenta, al menos en este tema, tomar las riendas al Poder Económico, o si el Poder Económico sigue gobernando políticamente en lo económico -¿y que no es económico?-, por encima del Poder del Pueblo.


Qué sabemos realmente de los gitanos


El colectivo gitano rumano es uno de los más desconocidos, estigmatizado e ignorado, de los que más estereotipos negativos, titulares de prensa y rechazo acumulan. Desde los primeros asentamientos de población gitana rumana inmigrante en nuestro país, la asociación con la delincuencia han sido constantes.

No hay estudios fiables que digan el porcentaje de gitanos rumanos se dedica a la delincuencia pero si podemos poner ejemplos, casos reales para que esa parte de la sociedad española que muestra una actitud racista hacia ellos se dé cuenta que no el 100% vive de la delincuencia, que muchos de ellos vienen a España buscando una vida mejor, como los españoles lo hicimos en su momento y estamos volviendo a hacerlo.  Cristian es un gitano rumano que llegó hace algo más de tres años a España. Afirma que en Rumanía también existe mucho racismo hacia los gitanos como él. Quiso entrar en la universidad y le pusieron pegas por ser gitano así que decidió salir del país y venir a España. Tras meses malviviendo porque le pagaban una miseria por trabajar escuchó que en el País Vasco había mejores oportunidades. Han pasado ya tres años de eso y ahí sigue, encargado de recepción y comedor de un hotel en un pequeño pueblo de Euskadi, totalmente adaptado pero sin perder la cultura gitana.

Poco después de la llegada a Europa del pueblo gitano comenzaron a manifestarse actitudes de rechazo hacia esas personas que no se sabía muy bien de donde venían y que siguen hoy en día. En el Siglo XIV había gitanos que eran esclavos de la monarquía o la iglesia. El siglo XX trajo más calamidades para los gitanos. Con el Holocausto Nazi se produjeron matanzas e incluso se realizaron experimentos con niños gitanos. Se calcula que al término de la II guerra mundial entre un 70% y un 80% de la población gitana fue exterminada por los nazis. Desde entonces hasta ahora el pueblo gitano ha seguido siendo objeto de conductas racistas. Sarkozy, vulnerando el tratado Schengen de libre circulación de ciudadanos europeos, deportó a cientos de gitanos rumanos y desmanteló sus campamentos.  Ejemplos como estos muestran el sufrimiento de un pueblo a lo largo de la historia, en nuestras manos está cambiar el curso de los acontecimientos.

Una de las quejas de este colectivo es que los medios ayudan a crear y difundir los estigmas hacia ellos. Cuando un gitano comete un delito se asocia inmediatamente el delito con lo gitano. Yo como periodista me pregunto si de verdad es importante dar prioridad a la nacionalidad al contar una noticia y si los medios podrían, con un pequeño esfuerzo y tratando todas las noticias por igual, sin importar quién la protagonice, ayudar a erradicar los estereotipos.

La realidad de cada ser humano es única, ya sea gitano, payo, rumano, español, chino o americano. Cada persona es única y dueña de su comportamiento. El pueblo gitano rumano son muchas personas, cada una con una realidad, por lo que es injusto que se generalice.